Una de las películas más esperadas para 2006 era posiblemente X-Men 3: La decisión final. Contaba con una buena legión de fans y, sobretodo, con el aval de haber superado la prueba de la crítica con las anteriores entregas, algo difícil para películas de este corte. No obstante, las opiniones sobre esta tercera parte han sido más dispares, aunque se coincide en que no está a la altura de sus predecesoras. Pero antes de desbrozar la película quisiera dejar un idea fija que no hay que perder de vista tratándose de una actividad de ocio: la película entretiene.
Más allá del puro entretenimiento nos encotramos con una película irregular en algunos de sus aspectos. El más llamativo sea posiblemente el tiempo de pantalla que ocupan sus protagonistas. Halle Berry ya tuvo sus quejas con Bryan Singerdebido a que chupaba poca cámara y siempre para decir frases estúpidas. Para desgracia suya, la llegada de Brett Ratner no ha cambiado nada de esto. Además se han incorparado bastantes nuevos mutantes como Ángel, Juggernaut, Calisto o Leech, lo que conforma un plantel excesivamente extenso como para poder profundizar mínimamente en el 90% de éstos. Incluso muchos espectadores se verán especialmente defraudados por las escenas de Cíclope, Ángel o Pícara (muy en especial con esta en mi caso). Aún así he de reconocer cierto valor retórico en los escasos minutos que tienen.
El proyecto estaba originalmente encomendado a Bryan Singer, padre de las anteriores, pero finalmente aceptó realizar Superman Returns en lugar de esta tercera entrega. Pidió que se aplazara el proyecto porque sí que quería realizarlo, pero Sony despechada contrató al que iba a dirigir Superman hasta que Singer le robó el puesto, Brett Ratner, así que todo queda en casa. Singer se llevó con él a gran parte del equipo incluído director de fotografía o compositor y esto es algo que se ha notado en la pérdida de calidad de la tercera entrega.
El argumento principal también puede acusarse de un tanto simplista y demasiado recurrente de anteriores entregas. Por mi parte hubiera preferido que se rescatara la saga de los centinelas, pero la saga no está oficialmente cerrada así que nunca se sabe. Luego, al margen de incongruencias con el comic y escenas exageradas, mantiene el interés del espectador y no se hace larga cosa que agradezco especialmente tras la tortura sufrida con la última película analizada.
Bueno, para cerrar como habréis visto he decidido enriquecer un poco esto con el trailer de la misma. Además, celebro haberme puesto al día de nuevo, cosa que de seguro no me durará ni una semana, así es la vida...
Tiempo hacía que no tenía la oportunidad de aburrirme hasta la muerte (literal, casi me parto el cuello) con una película. Pero analicemos cómo llegamos a la conclusión de que la película de esta ocasión solo puede ser descrita por la palabra sopor. Por cierto, estamos hablando de la esperadísima El Código Da Vinci.
Todo empezó hace unos años cuando un escritor, hasta la fecha ampliamente desconocido en la mayor parte del globo, publicaba la novela El Código Da Vinci. Su obra se podría calificar y se calificó como fast-food editorial, y, entendamos esto bien, venía a definir una obra de lectura rápida, entretenida, pero difícilmente recomendable por los gourmets literarios. Lo cierto es que no fue esto su lanzadera sino su polémica tesis sobre la realidad del santo grial y la polémica que se generó (sobra decir que la tesis se basa en su mayor parte en interpretaciones malintencionadas y poca profundidad de investigación como apuntan la mayoría de revisiones del libro).
Tras este demoledor éxito era de esperar que la maquinaria de Hollywood se pusiera manos a la obra para transformar una mediocre novela en taquillazo. El plantel elegido estaba encabezado por Ron Howard y contaba entre sus filas con talentos reconocidos como Tom Hanks o Audrey Tautou, además de otros buenos actores como Jean Reno, Paul Bettany o Ian McKellen. Con todo esto sobre la mesa servidor no esperaba desde luego una gran película, pero si unas 2 horas de entretenimiento puro y duro sin más. Ingenuo...
Todo el metraje está carente de intensidad y fuerza narrativa. Es una película plana que carece de momentos de gran emoción, que simplemente encadena una escena tras otra sin degustar lo que la narrativa visual puede crear en buenas manos. Podría recurrir al refrán español "quién mucho abarca, poco aprieta" y creo que no estaría desencaminado ya que Ron Howard parece más preocupado por meter excesivos detalles insulsos de un libro que, no lo olvidemos, es a la fin mediocre. De tal modo que escenas cumbre se ven ampliamente superadas por la necesidad de introducir una vacía conversación en un parque.
La pareja protagonista... ay la pareja protagonista! A alguien he llegado a oir decir que se veía buena química entre ellos. Vale, a partir de aquí rogamos a la gente que vea otras cosas que no sean series de Ana Obregón. El desarrollo de la relación entre Hanks y Tautou es a la vista forzada y sosa. Pero aún más grave es el hecho de que Audrey Tautou parece más un animatronic que una persona cuando es una pieza clave para el éxito de la película. No puedo sino achacar estos males a su director, que no ha sabido sacar partido de un gran reparto y, pese a mis expectativas en su labor, me ha terminado decepcionando profundamente.
Lamentablemente esto es Hollywood y son conscientes que van a lograr muchos más dólares centrando sus esfuerzos en el ámbito publicitario. Una pésima pélicula que en su primer fin de semana registró más de 1 millón de espectadores en nuestro país, gracias sobretodo al haber alimentado constante y conscientemente una polémica absurda y de bases aún más ridículas. Como ya he dicho alguna vez, yo tengo la escusa de darles de comer por compromiso profesional, pero no negaré de que al público le gusta el sado cinamatográfico.
No hace muchas semanas tuve la suerte de ver un thriller de gran factura y bajo la batuta de Spike Lee, Plan Oculto. Obviamente esta película no tiene nada que ver con esta sección ya que se trata de una película ingeniosa, mimada en sus detalles y con un guión excelente tanto en sus diálogos como en su narrativa visual. Además Plan Oculto partía de una base muy interesante: no importa el final sino cómo se llega a este final. Al fin y al cabo el cine cuenta historias.
Muy similar a Plan Oculto es la película que hoy nos atañe, Caos. Ambas comienzan con un espectacular atraco en el que nada se roba, pero algún motivo debería de tener. Sin embargo, compartiendo un argumento similar la función es notablemente inferior en el caso de Caos. El primer problema de esta cinta es recoger esa necesidad abusiva de los thrillers de sorprender a los espectadores con giros argumentales bruscos y supuestamente sorprendentes, sin reparar en sustentar todo esto de una buena estructura. De este modo, la acción de la película avanza con cierta gracia en la película, pero el espectador no para de dar concesiones a sus, en demasía, pilladas por los pelos explicaciones de la trama.
Caos pretende salvar sus momentos cumbre con caos. No acude a la sencillez clara y contundente que se aprecia en Plan Oculto sino que se nutre de un hilo enrevesado y con nudos marineros. Aún así hay que dar las gracias por plantear una película que al menos resulta lo suficientemente entretenida para no fustigar al cuello de un servidor que con esta sección ya ha sufrido varios latigazos en el cine.
Si nos centramos en la caravana de profesionales veremos que está encabezada por Tony Giglio, un director en formación y que debutó en el cine con Un delantero muy peludo (al menos va a más). El resto del reparto cuenta con interesantes actuaciones y poco más, aunque la acción se reparte bien entre los actores y creo le da bastante variedad al relato.
El punto más flojo de la película es posiblemente Wesley Snipes. Poco tiempo y el poco que tiene apenas lo usa para lucir sombrero. De todos modos aún más crucificable es salvar parte de la trama gracias a la omisión descarada de detalles desde el inicio de la película.
En definitiva nos encontramos con una película decente dentro de lo que cabe, aunque una mala elección a la hora de ir al cine compartiendo cartel con Spike Lee. Esto me lleva a pensar que las distribuidoras no ven lo que lanzan al mercado. Total, hace demasiado que las películas se publicitan por lo bonito de su cartel, y si no que se lo digan a la presente película cuyo cartel recoge una especie de fuego azul que más parece un portal dimensional, o quizás sea la llama de lo que se fumaron los cartelistas.
Tras largas semanas de vagancia sin ninguna justificación volvemos a la carga. Una de las películas más esperadas por mi persona era la tercera entrega de las superaventuras del superagente del FMI, Ethan Hunt. Estamos hablando de Misión: Imposible III, una película con el difícil reto de borrar de mi mente la lamentable impresión que me dejó la segunda cinta, y no solo por sus falleras satánicas.
El resultado final en pantalla de esta tercera entrega es agridulce. Se retoma en buena medida la línea que trazó Brian de Palma con la primera parte en la que la trama primaba sobre la acción. Ciertamente la primera de las demasiadas misiones que nos presenta esta tercera cinta es una muestra interesante de ingenio y entretenimiento del que podría presumir MacGyver en sus mejores capítulos. En adelante la trama se ofusca en un excesivo drama personal de Tom Cruise luchando contra todos. Lo cierto es que la película al concluir te deja la extraña sensación de que todo el argumento lo podrían haber contado en 10 ó 20 minutillos, aunque tampoco hay un empacho de acción.
Si hay que reconocerle un mérito a Cruise en esta película ha sido el acertado reparto elegido. Seymour Hoffman interpreta a un villano cruel y, sobretodo, convincente. La lástima es que apenas tengan unos minutillos en toda la película en comparación a su archiprotagonista. Podremos ver correr como un ganso a Tom Cruise por las calles de Shangai durante muchos minutos que servidor hubiera recomendado dedicar a otros actores. El reparto se completa con otros actores poco aprovechados como Jonathan Rhys Meyers o Lawrence Fishburne.
Aún así sería injusto no reconocerle méritos a la película. En conjunto resulta entretenida y la dirección del televisivo Jeffrey Abrams está a un nivel suficiente para mantener al espectador contento en la butaca. No se trata de una gran película ni muchos menos y en ocasiones pasa por "chorradas" del tipo misión de bombardeo de pelotas de tenis, pero es una opción atractiva si se busca el cine es su vertiente de más puro entretenimiento.
Y con esto y un bizcocho hago puenting con un mocho. Espero que la perrería no me secuestre tanto tiempo y tenéis mi bendición para piraros ya de este blog.