En un vano intento de camuflar mi perrería con un post intrascendente, me tomo la libertad de hacer un pequeño inciso analítico. No tengo el placer de haber visto ninguna de las películas, pero sí que vi bastantes capítulos de la serie de televisión. Hablo, por cierto, de El vengador tóxico, antihéroe por execelencia del cómic americano y una de las grandes estrellas del cine B de los 80'. Convertida en película de culto y elogiada por sus fans os puedo asegurar que su trailer no tiene desperdicio.
Por eso, os inito a desechar 10 minutillos de vuestra vida para someter a vuestra mente a la dura experiencia de visionar los trailers de las 4 entregas de El vengador tóxico.
The Toxic Avenger
The Toxic Avenger, Part II
The Toxic Avenger, Part III: The last temptation of Toxie
Empieza a pegar fuerte el calor y la sesera de los productores empieza a asomar por la nariz en forma de sorbete. Ante este derretimiento cerebral la cartelera se resiente y empiezan a acumularse bodrios por doquier. Uno de estos grandes tributos a la humanidad parece ser Ultraviolet, otra más de Milla Jovovich que confirma su caída en picado. Es lo que tiene entrar en el cine a base de polvos, que las películas solo se pueden vender por el cartel. Hachazos al margen no es esta belleza ucrania la que protagoniza estas líneas sino otra de las grandes estrellas del cine para olvidar Lindsay Lohan.
Sería injusto despellejar a esta actriz porque no es mala profesional y tiene algunos trabajos que han dejado buen sabor entre el público y la crítica. Sin embargo, tiene el dudoso honor de abanderar la nueva generación soft-love-movies (me he inventado el nombre) para adolescentes, es decir, la típica película Disney de sobremesa. Fue el caso de Tú a Londres y yo a California, Ponte en mi lugar (en inglés Freaky Friday) y Herbie: A tope. Es por esto que en su país natal es un fenómeno emergente del cine adolescente y su nombre ya tiene la suficiente entidad para pesar más que la propia película. Por suerte en España aún no estamos Lindsaylohanizados y pasará con mayor discreción por la taquilla, o así parece que será.
Nuestra película hoy es Devuélveme mi suerte. Su trama parte de dos personas con suerte adversa. Una es Ashley (Lindsay Lohan), con una suerte fabulosa, y el otro es Jake (Chris Pine), un desgraciado. Por aquellas cosas del destino, se conocen, morrean e intercambian su estrella. A partir de aquí veremos gags basados en golpes y porrazos mientras Ashley intenta recuperar su suerte y, sorprendentemente, todo acaba en una feliz y bonita historia de amor entre los protagonistas. Ante tan insulsa y previsible historia uno ya va con ciertos prejuicios que se confirman en el cine. No vamos a decir que es una película digna de sacrificio, pero no pasa de la calidad de un telefilm al uso por ninguno de sus aspectos, pero así es el verano.
No creo que haya más que señalar sobre esta película, porque creo que el perfil presentado es suficiente para hacerse una idea de la película sin entrar en detalles. Detalles carentes de importancia porque recogen la tradición de todo este tipo de películas. Como dato curioso solo puedo añadir las ganas de suicidarse que le entran a servidor al compartir sala con una manada de quinceañeras pijas y ruidosas que a mitad de la película se dedican a hacerse fotos con flash. El público acorde a la cinta.
De vez en cuando el espectador se enfrenta a productos de dudosa clidad y que ponen en entredicho la profesionalidad de la industria del cine. El caso de Paparazzi es extraordinariamente llamativo dentro de lo no recomendable. No nos encontramos ante una película con pocos medios, con poco talento (que también), sino con una película nacida para vengarse de los paparazzi. Vale, quizá no sea la primera vez que se use el cine como venganza contra alguien, y si no que se lo digan a Michael Moore, pero en este caso la idea esta llevada de un modo horripilante y absolutamente carente de cualquier atisbo de ingenio o socarronería.
A nuestra bestia la parió Mel Gibson en una mala digestion. Cenando con unos amigos empezó a comentar las perrerías que les habían hecho los paparazzi y, tras encendérsele la bombillita, tuvo la genial idea de producir una película que sirviera de venganza frente a estos. Para las digestiones difíciles va mejor un almax, Mel. Ahora tocaba componer un equipo de auténticos profesionales que consumaran esta venganza y el buen criterio de Gibson quedó patente. Lo primero es pedirle a un guionista que no ha escrito nada ni en TV ni en serie B que elabore el guión, Forrest Smith. Después buscamos un buen reparto entre los que incluímos a uno de los posibles sucesores de Van Damme, Cole Hauser, al Baldwin más acabado que encontremos (y hay competencia), Daniel, y redondeamos con un Dennis Farina que durante todo el metraje parece estar deseando gritar "¿¡pero en qué coño me he metido!?".
Pero la palma se la lleva el director, Paul Abascal. Vamos a tirar de tópicos porque esto quedará soso. Bien, es difícil encontrar un director con experiencia en marujeo y experiencia tras las cámaras. Así que lo mejor fue apostar por este televisivo director, cuya fama en realidad pasa por haber sido peluquero de muchas producciones en los 90' y, en especial, peluquero personal de Sylvester Stallone. Lo dicho, un equipo de lujo.
Ante este cúmulo de talento sale lo que sale. Un producto que se desmorona desde sus cimientos. La trama avanza con el beneplácito de la total incompetencia y falta de cualquier método de trabajo de la policía. Continúa con el desarrollo de situaciones que tienen menos lógica que llamar a una piña 'Gazpacho'. Y, aunque me la sopla que los paparazzi queden como el demonio en la película, lo que no se puede hacer es presentar tan felices la moraleja de que si algo te molesta te deshaces de ello.
Por cierto, que me he reservado el argumento para el final, porque creo que es lo que riza lo absurdo. "Bo Laramie, una superestrella de acción, parece tenerlo todo en la vida: una bella esposa, un hijo adorable y una casa en la playa de Malibú. La vida no le podría ir mejor. Pero su fama recién llegada le cobra un elevado precio. Ahora es el objetivo de un equipo de cuatro paparazzi dispuestos a convertirle a él y a los suyos en carne de cañón de la prensa del corazón. Los paparazzi son cada vez más implacables y capaces de todo por conseguir "la foto". Cuando una de las persecuciones termina en un trágico accidente, Bo, decide buscar la venganza por cuenta propia. Y los paparazzi comienzan a caer... uno tras otro." (trama literal facilitada por la distribuidora).